domingo, 15 de marzo de 2015

Es azul,
fria y azul,
la bienvenida
y la luz.

Del suspiro escapa la maldición
como espuma de olas.

Las calles de espejo,
los manantiales-cuchillas sin vida
los puentes con candados.

La muerte,
serena y dulce pasea por las azoteas,
su inmaculado rostro sonríe a los gatos,
en el segundo piso se frotan las patas
las cucarachas,
y un recuerdo color sepia
atenaza los somníferos.

Hay mugre en las paredes,
y moho
y tristeza,
y la voz desafinada de aquella joven
que espera regresar de la Luna.

Una farola parpadea,
la ciudad se frota los ojos
y un viento cálido,
como aliento de hiena
arrastra periódicos gratuitos por las aceras.

La obesidad neurótica,
la sentencia,
sentado en su trono el hombre perdido
sueña
con la dama helada,
en sus labios la sangre dibuja
paisajes metálicos.

En la acera de enfrente la sexualidad,
perversa y retorcida,
reclama el oro de los necios,
gritos de odio arañan los ladrillos,
claman soluciones para que este malestar
endémico
se vuelva aceptable.

Mientras
los muertos
aúllan impotentes
desde sus nichos.


Foto de Giovanni Troilo

1 comentario:

  1. Brutal, a lo más underground,
    me has puesto la piel de gallina, desde el comienzo
    se lee con ansia.

    Un abrazo poeta

    ResponderEliminar