miércoles, 13 de mayo de 2015



Contando estrellas paso la noches prisionero,
en la penumbra de los cenagales
busco  arrullo,
juego al espantapájaros cirrótico
que olfatea mariposas de cristal.
Y quebrado
sostengo el aliento
en este abismo de verdura,
en esta ceremonia de velos negros
que me atrapa excitado y corrupto.

De los grises charcos de una mañana de Enero
germino invisible y abatido,
multiplico algunas piedras
en la bolsa marsupial que me sirve de escroto,
sin miedo de filtrar veneno
y adormecerme
con los vapores de servidumbre.

Y en pie,
como quien busca una puesta de sol
en la noche más oscura,
recorro  desiertos de gris cemento,
leyendo poemas en el polvo del camino,
intuyendo versos
en los ojos que me esquivan.

Recuerdo entonces el motivo
para  rasgarme las venas
y contar, gota a gota,
la pureza vacía de esta historia.

Sin causas,
sin recuerdos ni expectativas,
sin más pronóstico que la razón pura,
la concatenación de medidas subsidiarias
a la propia pereza.

Y desayuno susurros que emergen
del mismo caldo de sustancias pueriles
que afloran de cada disparo errado
que a mis rodillas dirijo.

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