miércoles, 28 de octubre de 2015

La confusión se muestra inclinando mis espacios,
tras la puerta se escuchan los pasos del olvido,
el compás exacto de la medida de tu caminar,
la botella de whisky se estremece de frio,
el espejo abierto,
microscópicas partículas de dióxido
bailan junto a mí,
viramos,
giros fútiles para descubrir el suelo.

Distingo tu silueta junto al marco de la puerta,
es la sombra de un incidente
que concluye en suicidio colectivo,
nos dejamos aguijonear por la apatía
nos abofeteó el asco en la frente.

Fueron las condiciones de esta historia,
la acritud de una noche gris,
lo irracional de un contrato con beneficiarios
heridos de deseo.

Tú y tus monstruos,
tus atalayas de mierda,

desde la otra punta de la ciudad
resistes el invierno
abrazando otro cuerpo.

Yo,
yo me resisto a la realidad y golpeo las paredes con los nudillos desnudos,
yo me sumerjo en los vapores del sueño,
yo me abrazo a la almohada
y resisto el calambre que me atormenta
cuando coincidimos,
y tus hijos me sonríen.

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