El contorno de tus labios
dibuja inmensidades mientras se desliza,
húmedo,
por mi espalda,
podemos follar sobre el piano de Sam,
o en el minúsculo apartamento romano
de Gregory Peck.
Más tarde lucharé
contra los monstruos de la realidad,
y un mundo de ceniza borrará de un plumazo
el hermoso templo de Isis.
No me entiendes,
no sufras,
ni yo lo hago.
Es cuestión de perderse
en las matemáticas escondidas tras el deseo salvaje
y experimentar una juventud olvidada,
derramar el blanco esperma por tu espalda,
-cine porno-
mientras disfrazo el universo de cine clásico.
Pero eres tan tierna,
tan de tu tiempo,
que las palabras de un viejo parecen
aullidos en plena tormenta.
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