lunes, 29 de agosto de 2016

Un enjambre de abejas,
bajo el agua, inmersas,
la dulzura de los sueños
5mg entre copa y copa.

Observo cómo hablas,
tus gestos faciales,
la vehemencia de de tus manos
en movimiento,

arriba y abajo,
arriba y abajo.

Un plato me roza la oreja y estalla
de la manera más hermosa
contra la pared del comedor,
en mi cabeza suenan puentes melódicos,
guitarras intensas y baterías descompasadas.

Te vuelves diosa babilónica del amor
y de la guerra,
fagocitando lo primero y oscureciendo la mirada,
mi Ishtar de madrugada,
mi perla cotidiana que supura verdades
como dagas.
Pero nada penetra en mi mundo,
allá donde me encuentro
sólo los cantos de los elfos del mar de Belegaer
sintonizan con mi semiconsciencia.

Y te sonrío en un impulso reptiliano para apaciguar la tensión,
y lloras,
y destrozas la habitación,
y te exasperas aun sabiendo
que el diablo es esclavo de su condición.

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