miércoles, 14 de diciembre de 2016




A una distancia,

seguridad.

A una distancia inversamente proporcional
a la realidad.

Impenetrable.

Son dos.

A ambos lados del espejo
buscan pautas de comportamiento,
evitan coincidir en el plano abierto.

Dos
de cara a la realidad.
Se miran de frente,
reconociendo el odio en las pupilas
del otro.

En las grietas de la soledad conversan,
destrozan dialécticamente sus escenarios
se escupen pecados,
aúllan menosprecio.

Ante la multitud disfrazan el gesto
y mutilan
las convenciones sociales:

Uno viste de metáforas sus pensamientos,
adopta el cinismo,
estrecha la soledad,
conjura adicciones
y se folla a las musas.

El otro saluda a los compañeros
con la espalda encorvada,
traduce sus actos
al código imbécil,
transmuta la vida en desiertos,
el hogar en destierro.

El ardor de estómago
es su refugio anti tornados.

Ambos,

plano abierto,

ambos
huyendo hacia adelante,
enfrentando el paso del tiempo,
frente al espejo,
impenetrables,
a una distancia inversamente proporcional
a la realidad.

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